¿Quién puede ser
profesor?
La elección de ser docente tiene varios orígenes en el recorrido de cada profesor y a veces linda en la elección de una actividad para organizar económicamente su futuro. Muchas opiniones rondan en torno a esta cuestión rescatando entre ellas la necesidad de la formación permanente. Sostengo que además de la formación a que se
alude debe existir pasión, PASIÓN CON MAYÚSCULAS. Sobre todo en estas épocas en
que la educación sistemática está enferma. No me animaría a decir que las
causas siempre surgen desde adentro de las instituciones ni de los docentes en
sí mismos, que como personas también buscan un sustento para su vida. La
sociedad ha cambiado y nuestros chicos están inmersos en ella. Hoy no tenemos
clases de chicos almidonados y mudos en el sentido pleno de las palabras en
nuestros salones, tenemos gente que busca la excelencia, aunque muchos de los
adultos no lo han descubierto todavía.
Tengo la experiencia de grupos que esperan que entres al
aula para descubrir qué sorpresa les toca vivir hoy, para compartir el buen
humor y para disfrutar de lo que quizás no tienen ganas de aprender, porque las
currículas siguen siendo las del otro siglo, pero entienden que es la vía para
agilizar el razonamiento, adquirir modos de fundamentación y avanzar en su
formación para tener una estructura mental más organizada a la hora de obtener
"el título tan deseado".
Trabajo con adolescentes y adultos. En ambos estratos
obtengo satisfacciones diariamente y veo el asombro en las caras de mis
estudiantes que encuentran una frescura y un ambiente propicio para aprender...
¿No deberían ser normales estas condiciones? No es posible
la modalidad de discípulo y maestro de las épocas de la antigüedad en las que
había una relación personalizada y ambos trabajaban con entusiasmo por el
saber. También es cierto que la educación secundaria estuvo pensada en sus
orígenes para pocos y hoy es obligatoria y masiva (por suerte hoy muchos tienen
acceso a ella). Vemos que existen varios factores que están fuera de época y
con los que tenemos que convivir, sumados a los cambios vertiginosos, la
personalidad distractiva de nuestros jóvenes y la actividad multifacética de
los adultos por el difícil mundo en que nos toca conseguir el "pan de
todos los días". Veo docentes preocupados por la realidad educativa, me
incluyo entre ellos, pero también los veo formándose permanentemente y tratando
de encontrar las vías para llegar a los alumnos. Claro, además de los tiempos
dedicados al trabajo y esos tiempos tan necesarios para el distracción y la
vida familiar la pregunta es ¿cuándo tienen lugar los perfeccionamientos
docentes? Estoy en la década de los 50 y lejos de pensar en jubilarme, después
de haber probado tantas formas de sacarles una sonrisa a los pibes en esta
actividad, sigo buscando alternativas y afortunadamente veo que no estoy sola
:)
Adjunto el enlace que originó mi aporte
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